lunes, 27 de julio de 2009

Nunca estuvimos en la Luna (!?)

Hace 40 años, apenas un niño, pensaba que hoy estaría de vacaciones en la Luna. En realidad no lo pensaba, era una certeza. Parecida a la que ahora tengo de que mañana estaré en la oficina a las 7 de la mañana. Mi tío abuelo decía que eran todas patrañas, inventos de Hollywood y que nadie había salido de la Tierra. Mi tío abuelo había nacido hacia 1895, antes de los aviones, el teléfono, la televisión... No me extrañaba su incredulidad. Pero sí me preocupa la actual onda de escepticismo sobre la realidad de una de las mayores hazañas de la humanidad.

Hace unos años escribí un artículo sobre a Falacia Lunar que no voy a repetir ahora aquí. Por eso prefiero continuar reflexionando sobre el motivo por el que tanta gente es inducida a no creer. Al principio mi reacción era de indignación, sentía que unos pocos habían conseguido convencer a unos muchos con fines puramente comerciales. Hoy tengo una visión menos conspirativa, si hay tanta gente que no cree, debe haber algún motivo más poderoso. Al final de cuentas no creo que la prensa tenga tanta capacidad de convencimiento.

Pienso que el motivo principal es que nunca más retornamos a la Luna. El programa Apollo comenzó en 1961 cuando el presidente de los EEUU, John F. Kennedy anunció que antes del fin de la década la NASA iría a colocar un hombre en la Luna. Sin embargo su fase más conocida comienza en diciembre de 1968, cuando la misión Apollo 8 orbita alrededor de la Luna. La gloria vendrá con la Apollo 11, el 20 de julio de 1969: dos astronautas colocan sus piés sobre el polvoriento suelo lunar. El interés se mantiene y hasta crece con la misión Apollo 13, que casi acabó en tragedia (interesante, esta es la única misión que mereció una película!). Luego vendrán varias misiones más, algunas con el simpático tractorcito. Pero finalmente, los espectadores comenzaron a cansarse, volcaron su interés en cuestiones más mundanas como la Guerra de Vietnám o el escándalo de Watergate. La economía norteamericana pasaba por una crisis, así que en 1975 el programa fue cerrado. Sin embargo, el último vuelo tripulado a la Luna partió de Cabo Cañaveral el 7 de diciembre de 1972.

O sea que la fase gloriosa duró apenas cuatro años. Confieso que para mi fueron infinitos días, pero claro, era sólo un niño. Y hoy, a 40 años de aquellas epopeyas, parece un lapso muy breve, un instante apenas. Olvidamos la cantidad de veces que vimos las escenas de los poderosos motores del Saturno V lanzando llamaradas rojas (El verano del Cohete como poéticamente lo definió Ray Bradbury), los técnicos frente a sus pantallas de control en Houston, la gente en Cabo Cañaveral aplaudiendo, vivando.

A pesar de que la exploración espacial continuó, quedó estancada. Como dije al principio, yo esperaba estar de vacaciones en la Luna ahora. Y por el contrario, hace años que luchamos para construir una estación espacial, bastante menos ambiciosa que las que hemos visto en las películas de hace 40 años. Hay que agregar que tuvimos dos tragedias con el transbordador espacial. O sea, la tecnología aún no se desarrolló lo suficiente. Ir al espacio continúa siendo un juego arriesgado y carísimo que pocas naciones han conseguido. Marte está muuuuuy lejos... Y las estrellas aún en un infinito inalcanzable.

Por suerte tenemos mucho tiempo por delante. Soy un trekkie que cree que nuestro destino está en las estrellas. Es sólo cuestión de tiempo y perseverancia.